“Evangelizar es la dicha y vocación propia de la Iglesia. Ella existe para evangelizar “(EN 14)
En la introducción del documento guía del V Encuentro dice que “el V Encuentro promete ser una experiencia de renovación que proporcionará la oportunidad de preparar a discípulos misioneros dispuestos a servir a toda la Iglesia y la sociedad en los EE.UU…” y uno de los objetivos es “fomentar una visión de la Iglesia en Misión…”
El V Encuentro nos llama a revisar la identidad de la Iglesia en su dimensión misionera, enviada a difundir en el mundo la caridad de Cristo, para que los pueblos tengan vida y la tengan en abundancia (Jn 10,10). Es misionera porque es capaz de dejarse atraer siempre, con renovado asombro, por Dios que nos amó y nos ama primero (Cf. 1 Jn 4,10). La Iglesia no hace proselitismo. Crece mucho más por atracción: como Cristo atrae a todos a sí con la fuerza de su amor.
El objetivo cardinal de la misión, es llevar a las personas a un verdadero encuentro con Jesucristo, el primer espacio de encuentro con Él será el conocimiento profundo y vivencial de la Palabra de Dios, de Jesucristo vivo, en la Iglesia, que es nuestra casa. La misión es la parte constitutiva de la identidad de la Iglesia como casa y escuela, llamada por el Señor a evangelizar a todos los pueblos, especialmente en los llamados nuevos areópagos (las nuevas áreas que exigen evangelización).
Como nuevos areópagos de la actividad misional, subrayamos los canales de comunicación, la formación permanente y efectiva de los pastores y laicos en el empleo de la ciencia tecnológica, la movilidad humana, el respeto por la creación; como soporte eficaz y efectivo de la nueva evangelización. Igualmente, destacamos como condición indispensable de la misión “el testimonio vivo del evangelio”: en nuestro mundo sobran las palabras y faltan más testigos.
La misión es parte constitutiva de la identidad de la iglesia llamada por el Señor a evangelizar a todos los pueblos. ´´Su razón de ser es actuar como fermento y como alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y transformarse en familia de Dios´´. Se trata de despertar en los cristianos la alegría y la fecundidad de ser discípulos de Jesucristo, celebrando con verdadero gozo el “estar-con Él” y el amar- como- Él “para ser enviados a la misión”.
No podemos desaprovechar esta hora de gracia que el V Encuentro nos ofrece. ¡Necesitamos un nuevo Pentecostés! ¡Necesitamos salir al encuentro de las personas, las familias, los jóvenes, los inmigrantes, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de “sentido”, de verdad y amor, de alegría y de esperanza¡ (DA 548).
La misión nos lleva a vivir el encuentro con Jesús como un dinamismo de conversión personal, pastoral y eclesial capaz de impulsar hacia la santidad y el apostolado a los bautizados, y de atraer a los alejados del influjo del evangelio y a quienes aún no han experimentado el don de la fe.
Por ello nos fijamos en algunos retos actuales para nuestra actividad misionera en el contexto de V Encuentro:
- La necesidad de una conversión personal y pastoral: en nuestro mundo sobran las palabras y faltan más testigos, esto significa tomar una conciencia misionera, es decir, que la palabra a través de nuestra vida testimonial sea encarnada efectivamente en la cultura.
- Nuevos lenguajes de comunicación: es necesario tener muy en cuenta, evaluada y asumida por la Iglesia un lenguaje comprometido con la cultura actual, es decir, emplear los medios eficaces para transportar efectivamente en los lugares más aislados la Palabra de Dios: Radio, TV, Internet, Chat, boletines digitales, mensajes de textos, correos electrónicos, etc.
- El gran desafío de la inculturación en un mundo de inmigrantes: que el anuncio del evangelio siempre ha de ser acomodado a la realidad de cada cultura. Que la palabra penetre en la cultura y produzca abundantes frutos.
- Formación permanente de los agentes pastorales, esto incluye preparación técnica y capacitación seria del laicado, promoviendo la escuela de evangelización parroquial o diocesana.
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- Testimonio vivo del evangelio: La semilla de la evangelización ha de ir acompañada por el testimonio del amor y la caridad y el compromiso por la construcción de un mundo más humano y habitable.
- Adentrarse en el mundo del lenguaje de los niños y jóvenes de nuestro tiempo (formación de los catequistas), esto reside en el manejo efectivo de los nuevos códigos o canales de comunicación.
Que el V Encuentro sea una oportunidad para renovar nuestra dimensión misionera y la alegría de ser discípulos y testigos del amor de Dios para nuestros hermanos en un mundo herido por la injusticia, la violencia y la discriminación.
Rev. Miguel Angel Martinez, C.Ss.R.
Arquidiócesis de Baltimore, Región IV